El exceso de atención al dolor genera lesiones crónicas

Las lesiones crónicas no siempre comienzan con un gran accidente deportivo ni con un movimiento brusco en el gimnasio. Muchas veces, lo que convierte una molestia puntual en un problema que dura meses o años es algo mucho más sutil: la forma en que atendemos y nos relacionamos con el dolor.

Prestar demasiada atención a cada pequeña señal de incomodidad puede ser tan dañino como ignorar una lesión grave. La ciencia del dolor nos muestra que el cerebro juega un papel fundamental en la cronificación, amplificando la percepción hasta el punto de limitar movimientos, entrenamientos e incluso actividades cotidianas.

En este artículo vas a descubrir:

  • Por qué el exceso de atención puede convertir molestias en lesiones crónicas.
  • Cómo la mente y el sistema nervioso modulan la experiencia del dolor.
  • Los errores más frecuentes que favorecen la cronificación.
  • Estrategias prácticas para entrenar, recuperarte y prevenir este círculo vicioso.

Qué son realmente las lesiones crónicas

Cuando hablamos de lesiones crónicas, nos referimos a problemas que se prolongan en el tiempo, normalmente más allá de las 12 semanas, incluso después de que el tejido haya tenido tiempo suficiente para recuperarse. No es solo que la lesión no sane, sino que el sistema nervioso mantiene una “alarma encendida” que amplifica las sensaciones.

Ejemplos típicos:

  • Dolor lumbar que persiste tras meses de reposo.
  • Tendinopatías en rodilla, codo o hombro que vuelven una y otra vez.
  • Dolores difusos que se intensifican con el estrés o el miedo al movimiento.

La clave está en que el dolor deja de ser un aviso de daño real y se convierte en un fenómeno mantenido por factores biológicos, psicológicos y sociales.


El papel de la atención en el dolor

El dolor no es solo una señal física: es una construcción cerebral. Cada vez que prestamos atención excesiva a una zona dolorida, el cerebro interpreta que es una amenaza constante, y aumenta la percepción del dolor. Este fenómeno se conoce como hipervigilancia.

Por ejemplo:

  • Si cada día analizas cómo te duele la rodilla al levantarte, tu cerebro refuerza esa sensación.
  • Si buscas constantemente posturas “correctas” para no sentir molestias, el sistema nervioso se vuelve más sensible.
  • Si interpretas cada pequeño pinchazo como una lesión grave, alimentas el círculo de dolor y miedo.

La investigación en neurociencia del dolor muestra que la atención focalizada y la preocupación excesiva pueden activar circuitos cerebrales que perpetúan el dolor, aunque no haya un daño estructural.


Beneficios de entender este mecanismo

Comprender cómo influye la atención en las lesiones crónicas tiene grandes ventajas:

  1. Reduce la ansiedad: saber que el dolor no siempre implica daño evita entrar en pánico.
  2. Mejora la recuperación: movernos con confianza favorece la cicatrización y la función normal de músculos y articulaciones.
  3. Previene recaídas: al cambiar el foco del miedo al control, se corta el ciclo de dolor-cronificación.
  4. Fomenta un entrenamiento más consciente: en lugar de detener toda actividad, se aprende a modular la carga sin caer en reposo absoluto.

Desventajas de la atención excesiva al dolor

Por el contrario, prestar demasiada atención al dolor puede generar:

  • Sensibilización central: el sistema nervioso se vuelve hiperreactivo, amplificando señales normales como si fueran dolor.
  • Kinesiofobia: miedo al movimiento, que reduce la movilidad y fuerza.
  • Inactividad física: el reposo prolongado debilita músculos y articulaciones, aumentando la probabilidad de recaídas.
  • Dependencia excesiva de pruebas médicas: creer que siempre hay “algo roto” lleva a consultas y pruebas innecesarias.
  • Limitaciones sociales y laborales: el dolor se convierte en protagonista del día a día.

Estrategias prácticas para evitar que el dolor se vuelva crónico

  1. Reinterpretar el dolor
    Entiende que dolor no siempre significa daño. Una molestia puede ser solo una alerta temporal.
  2. Mantenerse activo
    El movimiento controlado, adaptado a tus capacidades, acelera la recuperación y reduce la sensibilidad nerviosa.
  3. Regular la atención
    No ignores completamente el dolor, pero tampoco lo conviertas en el centro de tu vida. Observar sin dramatizar es la clave.
  4. Entrenamiento progresivo
    Volver al ejercicio con cargas y volúmenes ajustados ayuda al tejido y al cerebro a recuperar confianza.
  5. Gestión del estrés y el sueño
    Estrés crónico y mala calidad de sueño amplifican el dolor. Practicar técnicas de relajación y dormir lo suficiente son parte de la recuperación.
  6. Acompañamiento profesional
    Un fisioterapeuta o entrenador con conocimiento en dolor crónico puede guiarte para evitar caer en ciclos de reposo e hipervigilancia.

Tabla comparativa

Atención al dolorConsecuencias positivasConsecuencias negativas
Atención equilibradaPermite detectar señales reales de lesión, ajustar entreno y recuperarse mejorEvita caer en alarmismo
Atención excesivaMayor ansiedad, miedo al movimiento, lesiones crónicasReposo prolongado, debilitamiento muscular
Atención insuficienteRiesgo de no detectar una lesión aguda realAgravamiento de problemas iniciales

Conclusión

Las lesiones crónicas no dependen solo de la magnitud inicial del daño, sino de cómo nuestro cerebro y nuestro comportamiento interpretan y gestionan ese dolor. La atención excesiva puede convertirse en un enemigo invisible que mantiene la alarma encendida mucho más tiempo del necesario.

La clave está en encontrar un equilibrio: escuchar al cuerpo sin obsesionarse, mantenerse activo sin forzar, y apoyarse en profesionales que guíen la recuperación.

Recuerda: tu mente y tu cuerpo trabajan juntos. Entrenar la forma en que percibes y respondes al dolor puede ser tan importante como entrenar tus músculos.

📌 Referencias (formato APA):

  • Apkarian, A. V., Baliki, M. N., & Geha, P. Y. (2009). Towards a theory of chronic pain. Progress in Neurobiology, 87(2), 81-97.
  • Vlaeyen, J. W., & Linton, S. J. (2012). Fear-avoidance model of chronic musculoskeletal pain: 12 years on. Pain, 153(6), 1144-1147.
  • Moseley, G. L., & Butler, D. S. (2015). Fifteen years of explaining pain: the past, present, and future. Journal of Pain, 16(9), 807-813.

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