Estrés y dolor de espalda son dos factores que están estrechamente relacionados. A continuación te explico por qué:

¿Quién no ha sufrido alguna vez en la vida dolor de espalda?

En torno al 80% de la población ha sufrido alguna vez dolor de espalda, siendo la región lumbar la zona más afectada (lumbalgia).
El dolor de espalda puede tener su origen en múltiples factores. Puede producirse a causa de un origen mecánico, visceral, emocional… En esta última causa, el estrés acostumbra a ser uno de los factores determinantes.

¿Cómo nos afecta el estrés y dolor de espalda?

Sobre todo en las grandes ciudades llevamos un ritmo de vida frenético, sin pausas. Muchos pacientes que vienen a mi consulta suelen tener trabajos de responsabilidad, por lo que el estrés forma parte de su vida diaria.

Cuando sufrimos estrés muy a menudo vivimos en un estado de tensión emocional continua. Nuestro cerebro, ante esta situación, tiene la necesidad de protegerse ya que lo interpreta como un peligro para nuestro cuerpo. Para ello, se defenderá de este estado de peligro enviando una señal de alarma para que nuestros músculos se puedan proteger, provocando una tensión muscular ininterrumpida, que si dura mucho tiempo, nos provocará contracturas musculares y dolor de espalda.

Es muy importante tener esto presente ya que este estado emocional que nos provoca continuamente una lucha interna, puede llegar a ser crónico e inducir nuestro cuerpo a acostumbrarse al dolor. He escuchado pacientes que me decían: “dolor de espalda siempre he tenido, pero lo soporto bien” o “siempre he tenido los trapecios tensos, eso es normal en mí”… Pues bien, tener dolor o estar tensionados de forma continua no nos tiene que parecer normal porque lo hayamos vivido mucho tiempo. Hay que actuar sobre el origen de ese dolor y si lo hacemos podemos mejorar, y mucho.

Así que si solucionamos nuestro problema de estrés seguro que nuestra espalda nos lo agradecerá.

¿Cómo solucionarlo?

Cada persona es diferente y tenemos que ser conscientes y responsables de nuestros actos. Si identificamos los hábitos que nos producen estrés o ansiedad será más fácil ponerle remedio en la relación de estrés y dolor de espalda.

También podemos hacer pequeños actos diarios que nos pueden ayudar a reducir esa tensión. Os voy a detallar tres consejos que les doy a mis pacientes para que puedan ‘desconectar’ mentalmente y disminuir sus niveles de estrés:

1. Haz ejercicio físico

Durante el ejercicio, se liberan endorfinas que producen sensación de euforia y un estado general de bienestar. Además, mejorarás tu estado físico y tu calidad de vida.

2. Duerme 8 horas

Durante el ciclo de sueño, nuestro cerebro organiza de forma eficiente la información que hemos adquirido durante el día. Mientras dormimos, los niveles de estrés se ven reducidos y se almacena energía suficiente para empezar un nuevo día.

3. Respira correctamente

Dedica unos minutos al día a hacer respiraciones diafragmáticas lentas y profundas. Pon una mano en el vientre y otra en el pecho. Intenta respirar moviendo solo la parte del vientre con respiraciones lentas y profundas. Si te concentras en ello, tu estrés bajará y te notarás más relajado.

El dolor en tu espalda solo es el síntoma que te avisa que tienes que actuar y cambiar algo. Mi recomendación es que intentes ‘reorganizar’ tu vida, escucha tu cuerpo y elimina esas cosas que te hacen infeliz y que te provocan estrés y ansiedad.

En salud, más vale prevenir.

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